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VISITA de los Grupos Jardín a la Cabaña Casamú.
Marzo 2010
Texto y fotos: www.gruposjardin.com.ar

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En el marco de la reunión de Presidentes del mes de Marzo, visitamos los jardines de Casamú, cabaña de Angus colorados, propiedad de Carlos Sackmann Muriel y su esposa Ana, quienes nos recibieron personalmente, con gran amabilidad y nos guiaron por el recorrido de los jardines. En realidad nos guió Carlos, entusiasta de las plantas y los animales ya que Ana, que ama los números, se dedica a la administración y tiene que lidiar con los Bancos, mientras Carlos cocina y se dedica al jardín. El marido perfecto, no es cierto?

El matrimonio Sackmann Muriel se instaló en este campo hace 12 años, luego de sucesivas mudanzas de San Isidro a Cardales, donde estuvieron 20 años, y de allí a esta propiedad de 1300 has en el partido de Zárate.

La primera etapa consistió en plantar árboles ya que el campo sólo tenía eucaliptus y algunos olivos cerca de la casa. Se plantaba (contratando personal) lo que se podía cuidar personalmente: entre 1000 y 1500 árboles/año, luchando con las hormigas, tutorando y practicando alguna poda de formación. Hoy se admiran montes de Quercus (robur, palustris, americanos y europeos), toda clase de pinos, cedros, cupressus, araucarias y lambertianas; avenidas de salix, álamos, casuarinas, fresnos americanos y ejemplares de ginkgos y taxodiums.

El dueño de casa no estudió paisajismo pero es intuitivo y tiene una fina sensibilidad, alimentada por años de observación y un lema personal: “de todo, mucho”, que lo lleva a plantar avenidas de 1 Km, borders de 300 mts de largo, construir un estanque de 500 m2 de espejo de agua, coleccionar 40 clases distintas de nenúfares, 6 clases de lotos y todos los lirios que pudo encontrar (30 ó 40), así como una variedad increíble de gramíneas y herbáceas que conforman los canteros y bordean los senderos.

Su estilo es natural, silvestre, descontracturado. Pese a plantar mucho y muy tupido, deja abras para ver el campo y el río Areco, de donde rescata autóctonas que crecen espontáneamente. Afirma que lo más importante de un jardín grande es el césped, conformado únicamente por gramón que, luego de aplicarle glifosato en julio y mucha azada, forma una alfombra increíble.

Los canteros, muy largos y profundos, tienen siempre un respaldo de árboles atrás y, a distintas alturas, vienen bajando hasta terminar en una franja de pennisetum, phalaris o stachys, combinando colores y texturas e incorporando algún elemento que llame la atención. Podemos mencionar un cantero de 300 mts compuesto por álamos, cedros y lambertianas, luego saccharum, paspalum, lagerstroemias, distintas salvias, eureops y saponarias.

El sector de la pileta es tropical, con un bosquecito de palmeras pindó (autóctonas) donde se pueden colgar hamacas paraguayas y hasta cubrir el suelo con arena. Una ampelopsis (que nació sola), cubre el borde de la pileta ya que lo estético priva sobre lo cómodo, según afirmó el dueño de casa.

Para construir los estanques tomó un curso en el Vivero Painambí (que recomienda) y desde entonces es asesorado por sus dueños que también nos acompañaron en la visita. El primer estanque (de las Nymphaeas) tiene 500 m2 y está repartido en dos. Se construyó sobre el zanjón que llevaba el agua servida de la casa. Tiene 1.60 mt de profundidad en el centro y 0.60 a 0.80 cms en los laterales. Su fondo es natural, es decir que se cava y al pasar el horizonte A, el suelo es muy arcilloso e impermeabiliza el fondo, con pequeñas pérdidas que se solucionan dejando una canilla abierta que gotea permanentemente. El otro inconveniente de este tipo de estanque es que el agua puede no ser tan cristalina ya que se revuelve la arcilla al hacer mantenimiento. Nos comentaron que el piso de cemento, como se hace en los tanques australianos, no sirve, ya que se quiebra por las raíces de las plantas y se complica por los escalones, las curvas, etc que tiene un estanque. Todas las plantas que vimos allí están plantadas en tierra menos los lotos (6 clases distintas) a los que se les hizo una especie de cantero, de medio metro, recubierto de plástico. Tiene plantas flotantes que crecen mucho en verano y deben ser retiradas. Se las usa para el compost o como mulch. Vimos algún caracol manzana, muy voraz y de rápida y abundante reproducción.

El segundo estanque está compuesto en realidad por cuatro estanques, unidos mediante puentes de madera, que bordean una isla de 40 x 40 mts. Allí disfrutamos la vista y las explicaciones de los tres grandes grupos de nenúfares. Los de clima frío (también hay pigmeos) están en el centro, donde hay mayor profundidad y el borde de sus hojas es liso. Los tropicales, situados en los bordes, y los nocturnos, cuyas hojas son muy aserradas. Al mirar el envés de las hojas, descubrimos sus colores rojizos que tienen que ver con la fotosíntesis y la posibilidad de usar la luz del sol dos veces.

Una visita muy interesante e instructiva, donde pudimos apreciar no sólo un paisaje diferente, sino también, compartir la filosofía de vida de sus dueños que, aseguran, el jardín no es trabajo porque es un gusto, la vida hay que disfrutarla y la mejor manera es continuar la obra magnífica del Creador que la dejó inconclusa para que el hombre la terminara.

Nuestro agradecimiento a Carlos y Ana.

Ana B. de Garat

Grupo Jardín Pigüé

 

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