LA VIDA AL SERVICIO DE LA GÉNETICA BOVINA
(por Juan Manuel Fernández)
El titular de la Cabaña Casamú es uno de los máximos referentes en la cría de reproductores Aberdeen Angus. Entusiasta e innovador, fue el promotor de la raza en el cono sur. Hoy comparte el fruto de su esfuerzo con su familia, que lo acompaña en el manejo de la empresa.
No hay lugar a dudas: el oficio de cabañero está reservado sólo para los apasionados. Sin esa condición sería impensable invertir años de esfuerzo y dedicación full time para lograr la combinación genética que haga realidad el reproductor ideal.
Parece difícil, pero los hay. Uno de ellos es Carlos Sackmann Muriel, propietario de la Cabaña Casamú, donde se crían toros y vaquillonas Aberdeen Angus -negros y colorados- de los más selectos del país. Veterinario, y autodefinido como un apasionado del trabajo de selección genética, inició el establecimiento en 1980 con animales propios que venía clasificando desde 1965.
En la Argentina difundió el sistema del reconocido zootecnista sudafricano Jan C. Bonsma (creador de la raza Bonsmara), que exige dedicación del ganadero para pesar su hacienda, hacer los descartes, y realizar la selección por Eficiencia Funcional. «Por eso es que al angus colorado, que conocimos en aquel momento en lo de Lizaso, se lo hizo con notable capacidad de adaptación», comento a Campolitoral durante el 13° Remate de Primavera realizado en Atucha, provincia de Buenos Aires.
Cómo hacer una cabaña
El reconocimiento de sus pares llevó a Sackmann a trabajar «en todos los lugares donde hay ganadería en el cono sur». Entre los resultados más notorios, destaca haber sido quien introdujo en la ganadería paraguaya la raza Angus, en particular la versión colorada, al igual que en el sur de Brasil y el resto de las provincias argentinas extra pampeanas.
El origen de Casamú se remonta a la década del 80, cuando su fundador realizó un viaje a EE.UU. junto a Martín Lizaso Bilbao, de Cabaña Agromelú, y a Ginés Perea, de la cabaña El Solar. En esa oportunidad compró dos vacas en el Leachman Angus Ranch, «sin lugar a dudas el mejor rodeo de aquel momento», y las sumó a otras cuatro que Lizaso le dejó elegir en forma gratuita para iniciar su propio establecimiento. «A través de trasplantes embrionarios las multipliqué de manera notable y hoy tengo un rodeo de unos 700 vientres», cuenta con orgullo Carlos, y recuerda que en esos inicios logró extraer de una vaca llamada Miluna unas 52 crías en un año, cuyos hijos luego ganaron todas las pruebas de testaje de la Sociedad Rural Argentina.
También evoca este pionero del Angus Colorado que en aquel entonces los criadores»éramos muy inquietos y siempre buscábamos lo mejor», lo que hizo que la raza crezca «a borbotones». El momento de gloria, tanto para la especie como para la cabaña, llegó en los años 89 y 90 en los cuales Casamú -en forma inédita- obtuvo el gran campeón en Palermo con el mismo ejemplar. «La explosión del colorado fue brutal y el que hoy existe es consecuencia de esa obra de tantos años», señala.
Del E.R.A al Breedplan
Al principio, los criadores de Angus no poseían el conocimiento que luego desarrollaron hasta la actualidad. Se hacían pruebas de testage, pero sólo para medir el crecimiento. Luego empezó lo que hoy es el E.R.A. (Evaluación de Reproductores) por parte de la Asociación Argentina de Angus, buscando medir también los demás factores que hacen a la producción de un rodeo de carne. Ya en el 2000, Sackmann -que tenía algunos reparos respecto del método existente- conoció el Breedplan y se metió «de cabeza».
A grandes rasgos, se trata de un sistema que va describiendo los animales según la información que se recolecta desde el nacimiento mismo. De tal manera se registra el peso, el nivel de facilidad de parto o la velocidad de crecimiento (según el desarrollo al destete, al año y a los 18 meses). De esta «evaluación escanográfica» se obtienen 18 valores, denominados EBVs, para cada característica. «El EBV habla del valor genético que tiene ese animal para esa característica comparado con otros animales; el sistema no dice cual es el mejor animal, sino que los describe y es el criador el que elige si quiere uno más chico o más grande, magro o gordo», detalló.
A diferencia de otros cabañeros, Carlos Sackmann cria sus reproductores sólo a pasto, con lo que se facilita la adaptación en el establecimiento del comprador. De esa manera, toros y vaquillonas manifiestan sus características en el mismo medio en el que luego deberán transmitirlas. «Todas las evaluaciones genéticas son hechas solamente comiendo pasto para que no haya ninguna distorsión en la información», sostiene el experimentado criador, y observa que en el E.R.A es común que se evalúen animales de exposición que tienen una «crianza superlativa» ya desde embriones.
A rebritanizar
Hasta que no tuvo volumen suficiente para realizar sus propios remates, Sackmann hizo sus primeras ventas, a principios de los 80, en exposiciones rurales. Así fue que asistió a Palermo, donde consiguió el premio al gran campeón durante 2 ediciones consecutivas (89 y 90) con el toro Yerovia -«el hito máximo del New Type que se quería lograr»-, y entonces comprobó que «estaba haciendo bien las cosas».
Sin embargo, esa clase de animal -a pesar de los galardones- no lo dejó del todo satisfecho. Eran ejemplares muy magros y de grandes proporciones -Yerovia, en su segunda aparición en Palermo, pesó 1.250 kilos-, que en ocasiones tenían problemas de infertilidad y aplomos. Pensó entonces que no era lo ideal para la producción argentina y apostó a innovar sobre la raza. «Mi afán era demostrar que se podían hacer animales grandes pero funcionales; o sea, aplicando la teoría de Bonsma», explicó.
El objetivo fue entonces «rebritanizar» la raza de modo tal que se recuperen las características originales del Aberdeen Angus: facilidad de parto, mantenimiento y terminación, con una calidad de carne excelente. «Con ese término lo que quise decir fue: volvamos a ponerle la grasa de cobertura para que los animales engorden a campo solamente; y conservemos del New Type la mejor velocidad de crecimiento», proclamó Sackman.
Como suele pasar con los adelantados, el éxito llega de la mano de la innovación, el trabajo y la constancia. Y basta con presenciar alguno de los ya tradicionales remates de Casamú en Atucha para confirmar esta aseveración. Cientos de compradores, muchos de ellos también cabañeros, llegan desde cualquier punto del país para llevarse un toro o una vaquillona de destacada genética. Pero, seguramente, el mayor triunfo para Carlos Sackmann Muriel -se le quebró la voz cuando anunció el ingreso de su hijo a la empresa en la presentación del último remate- sea compartir los logros de su esfuerzo con la familia reunida a su alrededor.
¿Qué es el Breedplan?
La traducción al castellano es «plan de cría» y consiste en una herramienta de selección genética desarrollada en la Universidad de New England en Australia con el objetivo de detectar aquellos caracteres de relevancia económica en los rodeos vacunos.
El sistema, de los más avanzados en la actualidad, se aplica en más de 20 países, entre los cuales se cuentan Australia, Nueva Zelanda, EE.UU., Canadá y Argentina, donde un grupo de cabañas adheridas conforman el Grupo Breedplan Angus Argentino.
El trabajo consiste en recolectar información cuantitativa de cada individuo desde el nacimiento y durante su desarrollo. Estas características, una vez medidas, se interpretan y seleccionan para mejorar los índices económicos.
La unidad de medida son los EBVs, sigla en inglés de «Estimated Breeding Values», cuya traducción es «Valores Mejorantes Estimados». Estos valores, expresados en la unidad en que se miden (por ejemplo el peso al nacer en kilos, perímetro testicular en cm, grasa en mm) expresan las diferencias previsibles en la próxima generación como consecuencia del uso de un reproductor controlado.